lunes, 15 de octubre de 2012

Comparando




Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha necesitado tener una estimación del tamaño de las cosas. Cuando el primer homínido que paseaba por la tierra en pelota picada se miró el nabo pene, y posteriormente observó el de algún congénere, estoy bastante seguro de que no pudo evitar compararlos.


Y ¿qué es una medida si no? Una medida es una comparación con una unidad elegida como referencia. En el tiempo es el segundo; en la distancia es el metro,  en el volumen es el litro, en la cantidad de chóped es el cuarto y mitad, etc.… Pero en el preciso instante que te pones a comparar, te das cuenta de que siempre hay cosas que se te escapan, y que tu unidad de referencia no siempre es adecuada. Si hablamos de pasos (así medirían la distancia los trogloditas, digo yo), no tiene sentido contar cuantos pasos miden tus cejas a lo ancho, se te queda corto. Y de igual manera no tiene mucha lógica contar los pasos desde tu cueva hasta la playa, si tu cueva está en Cáceres.

Lo que quiero decir con esto es que a veces, las comparaciones son odiosas. Y no, no hablo de penes esta vez, hablo de todo en general. Vivimos en un mundo muy grande, en una galaxia muy grande, en un universo muy grande… Pero ¿cómo de grande? Aquí empieza lo bueno, señores.

Si la tierra fuera del tamaño de un grano de sal, el sistema solar tendría el tamaño de dos campos de fútbol. Para reforzar esta curiosidad, un dato: el ya famoso “curiosity” enviado a Marte a darse un garbeo y explorar, tardó 9 meses en llegar.
Pero si aun no te sientes suficientemente enano, ahí va otra comparación: si el sistema solar fuera del tamaño de un grano de sal, la galaxia en la que vivimos (la Vía Láctea) tendría un diámetro de 38’5 kilómetros. Más grande que la ciudad de Madrid. Y para colmo, si la Vía Láctea fuera del tamaño de un grano de sal, el universo observable (ojo, que no todo) sería del tamaño de tres campos de fútbol.

Esto hace que uno se sienta extremadamente pequeño. Somos como pulguitas, como bacterias en un universo que se nos queda grande, que ni si quiera con la vista somos capaces de recorrer entero. La distancia entre unas estrellas y otras es tan grande, que la luz que nos llega tarda cientos, o incluso miles de años en llegar. Muchas de las estrellas que vemos ya no existen, “murieron” hace cientos de años. Sin embargo la luz que nos llega es la que emitieron miles de años atrás.

Somos mierdecillas… ¿O tal vez no? Quizás seamos más grandes de lo que pensamos. Todo es cuestión de comparar. Ahora comparemos al contrario, hagamos grandes las cosas en lugar de empequeñecerlas.

Si un pomelo tuviera el tamaño de la tierra, a parte de que no habría hambre en el mundo, sus átomos serían tan grandes como un pomelo normal. Un átomo es realmente pequeño, pero no es lo más pequeño que hay.
¿Recordáis cuando en el instituto nos decían que el átomo no era lo más pequeño que existía? Cada átomo a su vez está formado por una corteza, donde están los electrones, y un núcleo formado por protones y neutrones. Pues bien, si un átomo de hidrógeno tuviera el tamaño de un campo de fútbol, su núcleo (en este caso un solo protón) tendría el tamaño de un grano de sal.
Y todavía podemos agrandarnos aun más, puesto que los protones no son las partículas más pequeñas que existen. A su vez están formados por unas partículas muy pequeñitas, llamadas Quarks. Hay seis Quarks, con unos nombres muy graciosos y muy cuquis: Up (arriba), Down (abajo), Top (cima), Bottom (fondo), Strange (extraño) y Charm (encanto). ¿A que molan?
Pues si un protón fuera del tamaño de un campo de fútbol, un Quark sería tan grande como una pelota de golf.

Ahora si que se siente uno grande, ¿eh? Estamos formados por una infinidad de bolitas tan sumamente pequeñas que no se podrían ver ni con el más potente de los microscopios. A su lado somos monstruosamente gigantes. Como veis, todo depende de con qué se compare uno, para ser más grande o más pequeño.

Ahora, para diversión de toda la familia, niños y padres, os dejo una escala del universo interactiva, donde haciendo click sobre los dibujos podréis aprender un mogollón, además de ir comparando tamaños desde Quarks hasta galaxias. Está genial, muy recomendado (en inglés, por cierto)


Así que, querido lector masculino, si vas a hablar sobre lo grande que es tu ciruelo, piénsatelo antes. Porque no es nada comparada con la galaxia.



P.D.: Hablando de comparaciones, os dejo una encuesta la mar de curiosa para todos vosotros. Os la explico:

Supongamos que una pelota de baloncesto es la Tierra, y una pelota de tenis es la luna. ¿A que distancia habría que colocarlas para que estén a escala, según su separación real? Puede parecer una tontería (probablemente lo sea) pero querría conocer vuestra opinión. Votad en la encuesta que aparece encima del contador de visitas.

Gracias de antebrazo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta esta parte: ''Muchas de las estrellas que vemos ya no existen, “murieron” hace cientos de años. Sin embargo la luz que nos llega es la que emitieron miles de años atrás.'' En la peli que vi el otro día hablan de eso y es algo que me fascina... Buena entrada ;)

Cris Arregui dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cris Arregui dijo...

Me ha encantado esta entrada, me gusta mucho el universo y lo chiquititos que somos en él.
He votado en la encuesta:)
Por cierto, la escala esa interactiva del universo es la leche :o

Unknown dijo...

Joder, lo de la escala me ha dejado flipando.